Ensamble Teatro Coliseo

Teatro Coliseo es un proyecto dedicado a la promoción de la apreciación de la música antigua y el rescate de la memoria histórica de México. Su misión abarca no solo el deleite auditivo, sino también la capacidad de conmover y educar mediante la expresión retórica de la música. Además de su labor en la difusión cultural, Teatro Coliseo asume un rol proactivo en la innovación y el fomento de los derechos culturales y artísticos en México.

 

Teatro Coliseo busca establecer una relación igualitaria con la cultura europea, defendiendo su papel en la historia de México para vindicar el presente mediante el rescate de la cultura, la memoria histórica y la identidad nacional. A través del nombre del ensamble, se rinde homenaje al Real Coliseo de México, un recinto que, aunque desaparecido, fue baluarte de la expresión artística nacional y reflejo de la compleja identidad cultural de nuestro país. Este teatro, aún el más longevo entre los coliseos y teatros mexicanos, también fue conocido como Teatro de México y Teatro Principal en épocas posteriores. Estuvo ubicado en la calle de Bolívar 30, casi en la esquina con 16 de septiembre, en el Centro Histórico de la Ciudad de México.

 

Como ensamble, Teatro Coliseo fue fundado en 2021 y reconocido por el Sistema Nacional de Creadores de Arte (antes FONCA) en 2023 a través del programa Fomento a Proyectos y Coinversiones Culturales (convocatoria 2022), uno de los más distinguidos honores en términos de reconocimientos y estímulos que el estado mexicano otorga a los artistas.

El Real Coliseo de México

El Teatro Coliseo, conocido a lo largo de su historia bajo distintos nombres como Coliseo Nuevo, Real Coliseo de México, Teatro de México y posteriormente Teatro Principal, fue inaugurado el 25 de diciembre de 1753 en la Ciudad de México, bajo el auspicio del virrey don Juan Francisco de Güemes y Horcasitas, primer conde de Revillagigedo. Ubicado en la entonces calle de Bolívar, casi esquina con 16 de Septiembre, este recinto se consolidó como el principal espacio de representación escénica de la capital novohispana durante el siglo XVIII y buena parte del siglo XIX. Su vida activa se extendió de manera ininterrumpida hasta el 2 de marzo de 1931, cuando fue destruido por un incendio, convirtiéndose en uno de los teatros más longevos de la historia mexicana.

 

No obstante, la tradición teatral en México tiene raíces más profundas. Como señala Luis González Obregón, las primeras manifestaciones escénicas en la Nueva España se realizaban en espacios abiertos o religiosos. Fue hacia finales del siglo XVI cuando surgió la primera "casa de comedias", ubicada en la hoy desaparecida calle de Jesús —una vía cuyo trazo fue eliminado y absorbido por la expansión urbana en el siglo XXI—. Este recinto marcó el inicio de los espacios escénicos permanentes en la ciudad.

 

El Coliseo Nuevo nació en un contexto de modernización urbana y control social. Desde su origen, fue concebido como una institución al servicio de la cultura y la beneficencia: los ingresos generados por las funciones teatrales se destinaban al sostenimiento de hospitales, hospicios y obras públicas. Administrado por una junta integrada por autoridades civiles y eclesiásticas, el recinto reflejaba las jerarquías sociales de su tiempo. Los palcos superiores eran ocupados por la élite —funcionarios, nobles y clérigos—, mientras que las gradas y el patio albergaban al pueblo, generando un ambiente participativo y a menudo bullicioso.

 

Durante el mandato del virrey Juan Vicente de Güemes Pacheco de Padilla, segundo conde de Revillagigedo, a finales del siglo XVIII, el Coliseo se convirtió en una herramienta política. En medio de la agitación provocada por la Revolución Francesa, el virrey promovió reformas en el teatro para "distraer los ánimos" de la población y reforzar el orden social mediante el espectáculo.

 

El repertorio era diverso: comedias, tragedias, zarzuelas, óperas y sainetes llenaban la cartelera semanal. A pesar de la censura impuesta por las autoridades, el Coliseo se mantuvo como un espacio de expresión artística y social.

 

Maya Ramos Smith describe al Coliseo como un "microcosmos" donde confluyeron las tensiones políticas, sociales y culturales de la Nueva España. En este sentido, Sergio López subraya que "el Coliseo no era solo un lugar de representación escénica, sino también un espejo donde se proyectaban las tensiones y contradicciones de la sociedad novohispana". Además, destaca que su longevidad lo convirtió en un testigo privilegiado de las transformaciones culturales y políticas del país, desde el virreinato hasta los albores del México moderno.

 

El recinto fue escenario de momentos significativos en la historia nacional. Un episodio particularmente evocador ocurrió la noche del 20 de septiembre de 1829. Según relata Luis González Obregón, mientras se representaba una comedia, un ayudante ingresó al palco presidencial para entregar unos pliegos a Vicente Guerrero. El presidente los leyó con serenidad, sin que su rostro delatara emoción alguna. No obstante, el público, movido por un presentimiento colectivo, intuyó la trascendencia de la noticia y, de manera espontánea, interrumpió la función con un clamoroso: —¡Viva la República! Los documentos anunciaban la victoria del general Antonio López de Santa Anna sobre la expedición de Barradas en Tampico. Acto seguido, el Coliseo fue abandonado, y la ciudad se iluminó para celebrar la victoria nacional (González Obregón, 1902).

 

El edificio, inicialmente construido de madera con techos de cedro y balaustradas torneadas, fue objeto de múltiples reformas para adecuarse a las exigencias de cada época. A pesar de su solidez estructural, las intrigas, rivalidades y conflictos propios del mundo teatral siempre formaron parte de su historia.

 

El Teatro Coliseo fue mucho más que un recinto escénico: fue el corazón cultural de la Ciudad de México durante casi dos siglos. Su legado permanece como testimonio del desarrollo de las artes escénicas y de su papel en la construcción de la identidad cultural mexicana, reflejando en su larga existencia las complejas dinámicas entre arte, sociedad y poder.

 

Referencias

 

González Obregón, L. El primer teatro, antiguo y nuevo coliseo.

 

Leonard, I. A. (1951). La temporada teatral de 1792 en el Nuevo Coliseo de México. Nueva Revista de Filología Hispánica, 5(4), 394-410.

 

Ramos Smith, M. (2013). El actor en el siglo XVIII: entre el Coliseo Nuevo y el Teatro Principal (2ª ed.). México: Escenología.

 

López, S. (2008). Teatro y sociedad en la Nueva España. México: Fondo de Cultura Económica.